Los abuelos cuentan que el Ciprés Gigante era el inconfundible punto de encuentro y bajo su sombra protectora se celebraban las reuniones de los pueblos originarios y luego de los colonos. El árbol nucleaba el crecimiento de las poblaciones amparando el desarrollo armónico de las relaciones comunitarias y con pueblos vecinos. Los anillos de crecimiento iban reflejando años secos, años lluviosos, años fríos, años benévolos… mientras la sociedad de Bariloche evolucionaba también adaptándose a los vaivenes del tiempo.
Dicen que su tala fue una decisión infortunada, influyendo en el futuro de la comunidad quizás debido a la empatía -hermandad- que se había establecido. O fue su tala el reflejo de la desviación de esta hermandad que ya se estaba produciendo. El hecho es que el abatimiento del gran Ciprés marcó un quiebre en el orden orgánico del crecimiento de Bariloche.
La falta de eje y raíces no tardó en hacerse notar, como si fueran anillos de crecimiento sin un árbol la sociedad se desunió: el desarraigo, la disgregación de los diferentes sectores, la marginación, la discriminación, la desconexión con las energías de
¿Después de tanto tiempo, será posible reordenar los anillos como si fuese un juego de niños?
Nadia Guthmann (Buenos Aires, 1964) reside en Bariloche desde 1977. Estudió Biología en la Universidad Nacional del Comahue doctorándose en 1998. Simultáneamente se formó y dedicó a la Escultura en forma no académica. Expuso en Bariloche, El Bolsón, Esquel, Neuquén, Gral. Roca, Cipolletti, Rosario, Córdoba, Buenos Aires, San Pablo (Brasil), Guadalajara (México) y en Soria (España). Entre las distinciones recibidas en escultura: Primer premio en el Salón de Río Negro en 2009 y en 2003; Segundo premio en el Salón Nacional de Artes Visuales de Cipolletti en 2008; Tercer premio en el Salón Nacional de Artes Visuales, Palais de Glace, Buenos Aires en 2006 y Mención en el Salón Manuel Belgrano, Museo Sívori, Buenos Aires en 2005.
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